domingo, 21 de febrero de 2016

Encuestados by LaPutaVieja



Encuestados



Hace unos meses vi una película en la televisión de esas que suelo poner para inducir el sueño a la siesta. Esa película, de la cual no recuerdo ni su título, ni su trama ya que me quedé dormida a los diez minutos, arrancaba con el asesinato del dueño/jefe de una empresa. La policía preguntaba a los empleados sobre el asesinato y algunos entre lágrimas, otros sin sentimiento de dolor, exponían su versión del acto vivido en su empresa. Cuando desperté de la siesta, mi mente recuperó esas escenas y maquinó un plan algo macabro.



Desde ese día, y durante los 3 deses siguientes, me propuse realizar una “encuesta de andar por casa” entre familiares, amigos y conocidos que afortunadamente eran poseedores de un puesto de trabajo (sí, existen!!). Ese tanteo iba dirigido a preguntar a esos trabajadores ¿qué sentirían si un día, al llegar a su puesto de trabajo, les recibieran con la noticia de que su jefe había sido asesinado? ¿Cómo reaccionarían, independientemente de las razones, cuál sería su primera reacción una vez superado el primer shock de la noticia?

Las generalizaciones son imprudentes y más aun si nos centramos en una estadística ajena al rigor científico. Decir porcentajes sin cumplir los elementos básicos de un análisis de campo, hacen de mi “encuesta” un análisis carente de valor científico pero dice mucho del ambiente laboral que se vive hoy en día.


Cierto es que nunca se ha amado al jefe, es cierto que nunca la relación entre la patronal y el obrero ha sido de amor y amistad pero sí puedo afirmar que de un muestreo de aproximadamente 50 encuestados, en torno al 90% afirmó que no sentiría  dolor por la noticia, más bien indiferencia, que ni tan siquiera derramarían una lágrima; un 7% confesó abiertamente que se alegraría, y sólo un 3% afirma que se sentiría desgraciado y muy triste al recibir la noticia.
Esta encuesta la he realizado con trabajadores de toda índole tanto en empresas pública como privadas; Trabajadores temporales y con contrato fijo; Perceptores de salarios decentes y algunos con remuneraciones que no merecen ser denominadas como tales; empleados con horarios racionales y explotados con más horas a sus espaldas que pelos en sus cabezas.

Todo ello, provoca cierto temor al tener al jefe en tan baja estima que parece pensar que una revolución obrera podría realizar un verdadero alzamiento contra el patrón. 

Señores/as empresarios/as (dudo que alguno lea este texto por mucho que pollo sin brazos insista en convencerme de la universalidad de nuestras opiniones), cuestiónense esta situación y guarden muy bien sus espaldas pero si quieren realmente evitar esto, traten dignamente a sus empleados..... 

Soñar es gratis ¿no?








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