martes, 7 de octubre de 2014

Hoy quisiera contar un cuento. No, no quiero. Sí.





Hoy quisiera  contar un cuento.

 

No, no quiero.

Sí.

 No es ciencia  ficción, no es realidad, no es novela, no es historia, no es ensayo ni opinión.  Y sin embargo, bien podría ser uno o tal vez todos a la vez.

Erase una vez ( ya se sabe que no hay cuentista que se precie  carente de este arranque ) en un lejano país,  donde la felicidad reinaba por doquier, un grupo de acaudalados inversores  que viendo sus altas torres de monedas de oro descender, optaron por sentarse a pensar en una solución.

Ante un buen plato de exquisitos manjares y regados de esplendidos brebajes, barajaron múltiples y descabelladas  ideas. Creían que las empresas boyantes estaban algo tocadas con la situación  económica  de todos los reinos aunque seguramente  alguna podría ser exprimida y reflotada para hacer crecer sus ingresos.  Volaron las opciones pero de entre todas ellas una sonó  con fuerza. 

- Si las industrias  farmacéuticas  van bien, por qué  no hacer que vayan mejor, ya se sabe, la salud es algo que mueve conciencias y bolsillos.

- Y ¿cómo hacerlo?, ya tenemos el apoyo de los gobiernos que  sacan cientos de medicamentos del área sanitaria publica; ya tenemos libertad de precios; ya hemos inventado nuevas enfermedades.

- ¿Y qué tal si nos centramos en enfermedades raras?


- Deja deja, esas son para pocos o bien, están en países tercermundistas  y esos, me temo que no pagan bien.

- La solución  es fácil, lo traemos a nuestros reinos con la bondadosa idea de salvar a alguna de esas pobres almas. Nos servirán de conejillo de indias en nuestras investigaciones y podremos extender la enfermedad por todos los rincones como una plaga. Como nadie se lo espera, será fácil. 

- No es mala idea, ya lo hicimos con el SHIDA y nos lleno los bolsillos así que, por qué no intentarlo con el EBODA, dicen que si negociamos con unos cuantos gobernantes con palabrería y algunos sacos de oro, igual alguno cae fácilmente y lo conseguimos. Y es más,  con la extensión  de la enfermedad, les tendremos a nuestros pies, al precio que sea.

- Hagámoslo, Hagámoslo.....

Y colorín colorado,  a ver quien  se atreve a terminar este cuento.







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