martes, 12 de mayo de 2015

De profesión pensionistas, by La PutaVieja.




De profesión  pensionistas.



De profesión  pensionistas. Sí, eso es lo que somos millones de ciudadanos en este país. Y orgullosos  de serlo porque eso significa  que hemos vivido, trabajado como el que más y que tras todo ello, hemos sido capaces de llegar a nuestros  años de vejez  con la suficiente salud como para  seguir dando guerra en nuestra última etapa vital.



Ninguno de nosotros, los jubilados y prejubilados de este país, pensábamos que tanto esfuerzo en nuestra juventud y en nuestra madurez, nos daría este final de fiesta. Y así nos vemos, sintiéndonos afortunados por haber conseguido una pensión, sentimiento que se convierte en agridulce  ya que siendo en sí un derecho, parece un regalo. Un sentimiento que como el de tener un trabajo, parece que hay que agradecer. Nunca creí que algo así pudiera ocurrir, que hoy en día, tener una pensión, un trabajo, un techo o un hijo, sea un lujo entre las clases obreras. Pero así es, o mejor dicho, eso es lo que nos quieren hacer sentir para que traguemos  con todo.





Pero algunos no fueron tocados por la diosa fortuna y ni siquiera por sus deidades menores, por lo que  han de hacer juegos malabares para subsistir día  a día, sacando a flote sus vidas y las de los suyos con ínfimas pensiones (de esto hablaré en otra ocasión ya que da para mucho).
Otros, por su parte, no han  sido tan afortunados en el tema salud y deben luchar contra viento y marea, contra odiosas enfermedades que lastran en mayor o menor medida su vejez.
De éstos  hablaremos hoy.
Quiero lanzar un SOS por aquellos que, a pesar de haber trabajado toda su vida como esclavos, que a pesar de haber cotizado sin robar ni un céntimo y haber luchado por ahorrar un puñado de euros a base de grandes esfuerzos,  hoy se ven totalmente abandonados por ese estado del bienestar que les invitaron a crear y por el que lucharon incansablemente para tener una digna vejez. 


Hoy, miles de personas no pueden acceder al sistema sanitario,  a los servicios asistenciales o a las medicinas que puedan darles un nivel de salud óptimo. Un derecho que hemos mantenido durante años con sus nuestras cotizaciones, con nuestro esfuerzo, a sabiendas de que con ello, obtendríamos una vejez digna, sin grandes lujos, únicamente  digna. Los hospitales se saturan por falta  de personal y falta de medios, las medicinas  entran en fase de copago y los servicios sociales se reducen hasta el nivel de haberse convertido en un artículo de lujo o en el peor de los casos, hasta hacerlo desaparecer. Miles de ancianos son abandonados a su suerte o a manos de familiares que han de abandonar sus carreras laborales  (a las que seguramente nunca se reincorporarán con el consiguiente riesgo de sufrir los efectos de la pobreza cuando su anciano fallezca) por la necesidad de cuidar a sus mayores. 


Pero no pasa nada, se desprenden del lastre de ancianos y enfermos necesitados, nos abandonan y nuevamente nos hacen creer que nosotros somos los culpables,  que queremos vivir muchos años y en buenas condiciones. Pero, cómo son capaces de considerar nuestro deseo de vivir bajo unas mínimas condiciones  (repito, dignamente), un capricho o un lujo. ¿Creen acaso que sus vidas, blindadas por sus ingentes sueldos y sobresueldos que lo compran todo, son más valiosas que las de los currantes que durante  años nos hemos dejado el pellejo hemos articulado esta clase media? Me temo que sí, eso es lo que creen, pero no dejemos que nos lo hagan creer también a nosotros.
Hoy he vuelto a investigar por si, dada mi senectud, hubiera olvidado alguna amputación al artículo 43 de la constitución en estos últimos años. Pero no, sigue igual en su redacción pero me temo que no tanto en su aplicación. 
Grrrrrrrrrrrr.

No hay comentarios:

Publicar un comentario