lunes, 21 de septiembre de 2015

Con los cinco sentidos by La PutaVieja


Con los cinco sentidos



El verano deja su huella cada año en nuestras vidas. Y esa huella la percibimos en nuestras carnes gracias a nuestros 5 sentidos. Hoy repasaré unos ejemplos que seguramente tu también has sufrido.
 Algunos efectos del período estival son visibles, como el tono oscuro de las pieles que durante el invierno estuvieron blancas y ocultas bajo capas y capas de tela. Sin embargo, en algunos casos ese paso al tono dorado /torrado, pasa antes por un estado abrasivo color rojo pasión  (y es que hay pasiones que queman). También son visibles esos kilos de más circundado nuestras cinturas y caderas por la falta de actividad física y por esas jarras cerveceras que presiden nuestras mesas. Pero también nuestros ojos observan la ligereza de nuestras vestimentas llegando a rozar en algunos casos, la pérdida plena de vergüenza al dejar al descubierto partes corporales que igual hacía años que no veían la luz del sol. 

¿Qué necesidad hay de martillear nuestros oídos con la insufrible canción del verano? Sí, cada verano parece que necesitemos esa insípida cantinela que nos acompaña sin descanso en cada rincón del país.  Músicas pegadizas,  reiterativas y en su gran mayoría carentes de calidad musical y no digamos literaria pero que como buena canción del verano,  acabamos todos/as cantando,  silbando, tarareando y en ocasiones, hasta bailando! Si es que la subida de grados en el termómetro es muy perniciosa para nuestros cerebros!
Otros de esos efectos son más olfativos y es que el "caloret "de nuestra "amiga" persigue a nuestras axilas y pies para hacerles cantar, y no precisamente esa bochornosa canción del verano. Es cierto que en ocasiones, los problemas de olores sudorificos son efectos de una enfermedad pero en otros casos son más bien consecuencias de una falta de limpieza más que destacable. Aquellos olores compartidos en el apretado transporte público que ponen a prueba a más de un estomago, son producto no sólo del calor si no más bien del lejano y/o escaso paso por la lavadora.¡Pero si algunas prendas podrían salir corriendo o permanecer en pie sin ayuda externa! Ánimo hagamos trabajar a la lavadora y a la ducha con más frecuencia! 

¿Y ese tacto pegajoso que nos recubre de abajo a arriba en estos días infernales? Si es que en ocasiones salir de la ducha es una tentación para regresar de nuevo a ella. Y si tienes la "suerte" de vivir a orillas del mediterráneo,  ese tacto pegajoso se multiplica por diez. Y esa desagradable sensación de tener la ropa pegada al cuerpo como una pegatina. Incluso en ocasiones creo haber llegado a pensar si no se quedará tatuada la etiqueta de la camisa al cuello una vez me la quite.
Y finalmente el sabor del verano que se nos desnuda en nuestros paladares ansiosos de líquidos. Y es que en estos días, hasta el agua sabe más rico. Se mezclan en las cocinas ingredientes frescos y crudos que refrescan nuestros cuerpos y se evitan pesados platos calientes (aunque un buen cocido siempre sea bien recibido). Y ¡qué decir de esa fresca cervecita acompañada de unas aceitunas o unas patatas fritas!  Y si tienes la oportunidad de disfrutarlo en una terraza frente al mar, mejor que mejor (aunque la sensación de humedad haga resbalar tu cuerpo en las sillas de esa terraza). No obstante, ojo con la aparente  frescura de algunos alimentos que con el calor, no sólo nuestros cuerpos se "descomponen" también la enterza de algunos alimentos brilla por su ausencia, dejando desagradables sabores y peores estómagos.
Y es que el verano reactiva nuestros sentidos a pesar de que en ocasiones deseemos anularlos para no percibir nada.

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