lunes, 6 de julio de 2020

Mantras by Laputavieja



Mantras by Laputavieja

Estamos viviendo unos meses raros para todos. Es una época donde todo es diferente, raro, cuestionable, intrigante y en ocasiones y para muchos, es una época de miedo  e incertidumbre. Incertidumbre, esa es la palabra que la gran mayoría barajamos en nuestro vocabulario. Nos sentimos en una cuerda floja que puede permitirnos estar sobre ella durante más tiempo o puede empujarnos hacia un estado desconocido y podemos caer hacia el lado de la colchoneta donde nos recuperaremos a trompicones de mejor o peor manera y volveremos a trepar a esa cuerda floja de la vida o bien, nos enviará al lado sin red del cual seguramente no nos recuperaremos nunca.

Y en esta fase de incertidumbre, el ser humano necesita eslóganes, himnos, mensajes que nos permita mirar el problema desde un peldaño mas alto y así no mirarlo a la cara en todo momento. En este momento, en esta crisis que estamos sufriendo, he rescatado tres que se repiten constantemente como un mantra y a los que la mayoría de la gente se agarra con uñas y dientes.


“Volveremos a la normalidad”. Es una frase mil veces repetida, saldremos de este trance y volveremos a la normalidad. Pero yo me pregunto, ¿realmente es buena la idea de volver a la “normalidad”? Pero ¿de qué normalidad, hablamos? Es tan relativo lo de la normalidad. Aquellos que explotan a los de abajo, igual sí están deseando volver a la normalidad por ellos creada y por los demás asumida. Y además estarán deseando aprovecharse de la expansión del miedo y del término crisis para sacar mayor rédito sin vergüenza alguna a costa del de abajo.

Sin embargo, si le preguntamos a quien estaba sufriendo esa explotación, igual no desea volver a esa “normalidad” , mas bien estará deseando evolucionar, cambiar esa situación de ayer y mirar hacia mañana con un escenario diferente, menos dañino para su persona y quienes les rodean. Quizá ellos deseen que este periodo de incertidumbre equilibre la balanza y no se incline como siempre contra ellos y ahora con mayor grado de inclinación.
No sé yo si es bueno eso de “volver a la normalidad” pero lo que sí se es que la balanza se inclinará como siempre contra el desfavorecido.

“Esto que nos ha ocurrido, ha sacado lo bueno de las personas” Creo que no es cierto o al menos me temo que es una concepción relativamente cierta. Esta situación como todas aquellas situaciones donde se pone a prueba al ser humano, saca lo bueno y también lo malo de cada uno. Vivir una situación de caos, de desorden de la rutina, es algo que todos hemos vivido en una o en más ocasiones a lo largo de nuestras vidas. Y en esas situaciones todos hemos sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Sí, por que el que es una buena persona a lo largo de su vida, lo será en momentos de presión, en momentos de incertidumbre pero el que es un grandísimo hijo de su madre, lo será en momentos de paz y en momentos de rebelión.



Sin embargo, en estos meses todo se ha magnificado, lo bueno y lo malo y hemos sacado a la luz a santos y demonios que en su día a día ya lo han demostrado mil y una vez. Nadie que sea un cabrón/a, se convierte de la noche a la mañana en una buena persona por el mero hecho de ver a alguien a su lado sufrir. El egoísta, el capullo, lo fue ayer, lo es hoy y lo será mañana y pisará a quien haga falta sin mirar si hay pandemia, hambre, miedo, caos o no.

Por su parte, quien ha sacado las manos de sus bolsillos para tenderla a otro, lo ha hecho siempre, en todos sus escenarios diarios pero nunca nadie lo ha sacado a la luz porque tan solo ha hecho lo que consideraba oportuno y necesario para convivir con quienes le rodéan, sin publicidad, sin “buenismo público” Y es que el que es solidario, el que se preocupa por quienes le rodean , no busca publicidad. Me parece tan falso como despreciable, aquellos que sacan a la luz sus actos “heroicos” aquellos que promocionan sus buenas acciones con el único fin de calmar su propio egoísmo y recibir la aprobación de sus iguales.




“Esto lo superamos entre todos” ¿Qué todos? Porque la verdad yo sigo viendo el mismo egoísmo, la misma falta de educación y respeto entre la gente que camina por la calle, que se cruza en tu día a día en el transporte público, en el supermercado o en las carreteras. Hemos vuelto a llenar todo de caos sin respeto alguno por el que comparte nuestro espacio cada día, hemos vuelto a ser irrespetuosos con el medio ambiente, con el derecho al descanso de los demás, con el respeto a los mayores. Entre todos hoy por hoy vuelve a significar lo mismo, esto lo superarás tu solito, poniéndote tiritas en tus heridas, apretando un poco más tu cinturón o llorando en silencio tus penas y sólo podrás contar con los que siempre estaban a tu lado y que,, si no han sucumbido a la pandemia, y si son realmente lo que siempre han sido en los buenos y malos tiempos, seguirán ahí pero no como una totalidad si no como lo que hemos creado una sociedad individualista que pisará al de al lado en el primer momento que se precise.

Dejémonos de mantras, de frases hechas que lo único que hacen es poner salsa a una carne que comienza a oler. Seamos realistas, no vamos a pasar a un momento de mayor esplendor, de mayor felicidad ni de explosiones de buenismos. Todo eso son fachadas, manos de pintura para cubrir los desconchones, las humedades y las malas construcciones, son sólo caretas. Y las caretas siguen puestas pero pronto caerán y veremos que los cuentos de hadas y duendes, los futuros radiantes, florecientes y esplendorosos son sólo eso, mentiras ocultas en algodones, cuentos de niños.

lunes, 27 de abril de 2020

El banco no es tu amigo, by LaPutaVieja



El banco no es tu amigo



Me he dado cuenta en en estos días de encierro que entiendo cada vez mucho más el poco cariño que le tengo a la televisión. Si antes ya veía poco la tele, ahora con esta situación, aunque parece que invite a consumir mas producto televisivo, ejerce el efecto contrario. Y es que si paseas por los mil canales que se cuela en nuestras pantallas, todo es puro producto enlatado y repetido por enésima vez en cada cadena, pero no que se haya repetido el año pasado, el mes pasado, es producto que se repite incluso en la misma semana.



Pero no, hoy no hablaré de la programación televisiva que a fin de cuentas poco me interesa. Hoy me voy a detener en la publicidad. Creo que ha bajado, o como las series, se repite y se repite con los mismos anunciantes. Y los mas prolijos en la pequeña pantalla son las entidades bancarias, sí los dichosos buitres bancarios.

Dice el refrán que a río revuelto ganancia de pescadores, yo lo actualizaría y diría que ganancia de los bancos, ganancia de los banqueros mejor dicho.
Si dedicas un ratito, ya que ahora nos sobran unos cuantos, a ver esos anuncios de entidades bancarias ves como venden su imagen, su negocio, con la mejor de sus caras con una imagen más exagerada que la de siempre, están maquillando su imagen de buenismo, están aumentando con creces esa falsa e hipócrita humanidad que insistentemente, dicen que corre por sus venas. Dudo que tengan corazón para bombear algún tipo de sangre.



Nos vocean con dulces palabras, con inocentes verbos, con música embriagadora, que ahora están ahí, para ser nuestros amigos, nuestros aliados, nuestros salvadores, el airbag de la catástrofe que se nos avecina. Van a ser los héroes de grandes empresarios, de autónomos y de los curritos apaleados por las empresas y que les cuesta llegar a fin de mes. Héroes de los que perdieron o perderán su puesto de trabajo cuando esta situación no vuelva a la normalidad, si no que cambie y se reinterprete arrasando a muchos y muchas por el camino.

La situación es complicada y se complicará muchísimo más y como siempre, saldrán beneficiados los que mueven los hilos de la economía, los bancos y sus banqueros, las grandes fortunas que llorarán por su sistema financiero mal gestionado y que se verá apuntalado por las ayudas públicas. Porque esas ayudas caerán en manos de grandes y pequeños negocios, y los que acabarán llenando sus bolsillos serán las entidades bancarias que cargarán grandes gastos y comisiones por gestionar nada, que exigirán contratar seguros para alcanzar las ayudas públicas, que esclavizarán a sus clientes de mil formas para incrementar su beneficio cuando más hundido está su siervo necesitado.

Seguirán publicitando sus mensajes de amor, de bellos lazos y de apoyo, de soporte y calma, de amigos y aliados pero siempre esconden algo en su conocida letra pequeña, siempre tienen el puñal bajo la manga y cuando menos nos lo esperemos nos darán esa puñalada que me temo no es tan inesperada.


lunes, 20 de abril de 2020

Arte en los balcones by LaPutaVieja


Arte en los balcones.



Sí, sí, vuelvo a la carga y soy monotemática pero ¿acaso tenemos algo más de lo que hablar en estos días?
Qué demonios nos pasa por la cabeza en estos shows de balcón. De acuerdo, lo que hacen los británicos en Magaluf no es lo más sensato, el balconing no nos lleva a nada bueno pero es que estos días, se ven y se escuchan tantas cosas que igual llevan a más de uno a ejercer ese acto de locura que patentan los británicos borrachos en sus vacaciones en nuestras tierras.



Que nos está pasando,¿que necesidad tenemos de compartir nuestros gustos musicales con el resto del vecindario? ¿Qué necesidad tenemos de subir el volumen de nuestros aparatos musicales para compartir nuestra música con los demás? Ya sufrimos el confinamiento, ya sufrimos la falta de escapadas, salidas con amigos y familiares, libertad de movimiento como para hacer sufrir también a nuestros oídos.
Reconozco que mis gustos musicales pueden ser muy especiales, o tal vez no tanto pero no creo que nadie tenga que sufrir mis gustos como yo tampoco quiero sufrir los de los demás.

Y para más desgracia, nos estamos volviendo casposos, estamos siendo carne de verbena de pueblo. Estamos necesitados de música que hasta en las verbenas más miserables, nos resultaría poco agradable. Estamos recuperando música de los 40 de los 80, estamos recuperando a los Hombres G o a King Africa con la pachanga de Bomba. Estamos recuperando los arranques de Julio Iglesias o Manolo Escobar. Y todo a través de un aparato de música que saca al balcón el “entendido en música” del barrio para disfrute del vecindario. Y lo triste es que aplauden! Sí, como un héroe del entretenimiento, cuando lo único que ha hecho es apretar el botón del reproductor y subir el volumen a niveles insospechados (pobres de aquellos vecinos más cercanos que comparten muro divisorio).



O aquellos que a voz en grito dejan que sus artes de canto inunden las calles del barrio y si al menos lo hicieran bien y durara poco tiempo, al menos sería un esfuerzo que, te guste o no el estilo elegido, es un esfuerzo, es un acto personal. O aquellos que nos “delitan” con sus obras musicales a través de un instrumento musical. Si al menos lo hicieran con un mínimo de nivel, de acuerdo, les daríamos un pase pero aquellos que seguramente no llevan ni un año de clases, deberían esperar un poco para compartir con todos sus artes. O el corneta que la verdad, no sé si es miembro de la cofradía del santo cristo del crisantemo o miembro de la banda municipal pero que igual la canción del paso de procesión o el paso doble cañí, lo borda pero atreverse desde el primer día con el Resistiré, ha provocado lágrimas de horror  a más de un vecino.



lunes, 13 de abril de 2020

La pandemía de la muerte y la hipocresía by LaPutaVieja







La pandemía de la muerte y la hipocresía.



No, no me ha llevado por delante ni la vida ni el virus, bueno, al menos por el momento.
Llevo tiempo en silencio pero no por razones de salud ni por razones que deba ocultar. Sólo por una razón no he aparecido en tanto tiempo por aquí: no me apetecía. De cualquier forma tampoco creo que se me haya echado mucho en falta.

Cuando una ya es vieja, hace lo que le da la gana, no se ata a obligaciones y por supuesto, se cabrea con más facilidad con la hipocresía.

Con este arranque os podéis imaginar que sí, estoy cabreada y mucho. Estoy cabreada por esa hipocresía que nos envuelve estos días. Parece que necesitamos al salir al balcón cada tarde con la escusa de honrar a los que hoy trabajan para salvar nuestras vidas, para aplaudir a los sanitarios y personal de servicios esenciales que evitan que muramos como moscas o que no tengamos cubiertas nuestras necesidades básicas. Pero esa necesidad de salir al balcón es en una gran mayoría,  pura hipocresía o como dicen hoy en día los jóvenes, puro posturéo. Muchos de ellos salen a sus ventanas y balcones para lucirse, para aplaudir con más fuerza que sus vecinos y gritar más fuerte viva España y demostrar que son más patriotas y más españoles que todos los demás juntos. Y de paso, aprovechar para dar un repaso por los balcones y señalar a aquellos que no se asoman nunca o casi nunca. 



Pero muchos de ellos, de esos que se destrozan las manos aplaudiendo y dejan afónicas sus voces gritando consignas patróticas, son aquellos que hace un puñado de años, lanzaban pestes contra las mareas blancas. Son aquellos que cuando salían a las calles, cuando se ponían en huelga, cuando protestaban esos profesionales a los que hoy catalogamos de héroes, gritaban con igual potencia lo insensatos que eran, lo irresponsable de sus actos al dejar sus puestos de trabajo por un puñado de euros. Pero no, no lo hacían sólo por un salario justo, acorde con su esfuerzo laboral, lo hacían para poder evitar esos recortes sanitarios que hoy han sido unos de los causantes de este caos sanitario, de este colapso de nuestra sanidad pública. Hoy catalogamos de héroes a quienes trabajan por nuestra salud cada día del año, con virus o sin él, con pandemia o con gripes, en festivos, en vacaciones o en domingos. Son trabajadores sanitarios, son obreros que salvan nuestras vidas los 365 días del año y que esperan de nosotros, algo más que un aplauso de diez minutos cada tarde. Son obreros que quieren que apoyemos sus peticiones, que les hagamos caso cuando nos aconsejan, que no abusemos de esa sanidad que todos queremos universal y gratuita, que votemos a quienes defienden la sanidad pública y para todos porque como ha quedado demostrado, es la que nos puede salvar a la hora de la verdad.


Sí, los recortes en la sanidad pública contra la que protestaban en esas manifestaciones, la reducción de la inversión de materiales,  de personal, de instalaciones son los que han provocado la muerte de más personas de las que deberían haber fallecido. Y lo triste es que esto volverá a ocurrir y no se llamará coronavirus, recibirá otro nombre pero volveremos a sufrir una pandemia similar y nuevamente, moriremos sin control porque la inversión en sanidad pública nunca llegará. Porque para que se produzca ese cambio, necesitaremos un cambio radical del sistema económico financiero que mueve los hilos de este mundo y existen tantísimos intereses creado que no permitirán quitarle la máscara al capitalismo descubriendo tras de ella la mayor de las podredumbres del sistema mundial.

Y hoy apoyaremos a los sanitarios, a los servicios de limpieza, a los servicios de orden público, a los empleados de supermercados y tiendas de alimentación. Y los honraremos y adoraremos como a dioses pero ¿cuánto durará esto? Seguro que cuando levantemos la barrera del confinamiento, cuando pasen unos meses, cuando el miedo se haya difuminado, volveremos a olvidar que tras la bata del medico, tras la fregona o tras la caja registradora, hay una persona que requiere, que reclama, que exige sus derechos y que sin ellos nuestras vidas se pueden paralizar. Pero no permitamos que este olvido nuestro, haga más fuertes a los empresarios y sigan aprovechándose de los obreros, de todos nosotros, inclusive de los que ya no trabajamos. No permitamos que todo esto se nos olvide,

 Y es que es triste decirlo pero pesa más el poder económico que la salud. Pesa más el poder del euro que los latidos porque es fácil sustituir al obrero muerto por otro obrero y además, para el bolsillo del empresario es menos costoso.