Nos pasa a tod@s. A los Cristianos y a Los Ronaldos. A los que cantan en la ducha y a los que hacen air-water-guitar. También a los Manolos y las Manuelas, e incluso a los de allí y a los de aquí.
Tod@s, absolutamente tod@s, pasamos por momentos de subidón
y otros de bajón. Cuidado, no hablo de las famosas y manidas rachas, no
perdería el tiempo escribiendo sobre algo tan trillado. A fin de cuentas,
escribir sin brazos es un exhausto y exigente hobby.
Hablo de sobresaltos y zancadillas que se simultanean en una
misma semana, o en un mismo día… incluso en una misma mañana. Escalón arriba,
tres escalones abajo… ¿pero como he podido empezar la mañana siendo el puto amo
y a las 12:00 ya me han degradado a la altura del betún y sin honores?
Tales acometidas emocionales le dejan a uno, o una,
ciertamente desconcertado, y con esa cara de gilipollas perenne que no se te quita
hasta que llegas a casa… si tienes la suerte de tener una. Por eso, desde esta
humilde plataforma, pretendo hacer un llamamiento al sentido común, a la
concordia coral y al no fastidiarnos los días. Si tienes algo malo que contarle
a alguien, algo que le afecta de manera directa o indirecta, simplemente no lo
hagas.
Vivir en la desinformación de lo negativo, mola. Te permite
responder con total libertad a preguntas tan carentes de sentido como: ¿Qué
noticias prefieres primero, las malas o las buenas? ¡Coño! Cuéntame la buena y
vete… y si no queda más remedio, cuéntame la mala, pero con un beso.
No soy mimoso. Puedo parecerlo por mi aspecto
“piolino-pollino-amputado”, pero no lo soy. Lo de lo del vídeo de los besos tampoco es por un
trauma que arrastre del pasado. No. Es una iniciativa personal que trata de
erradicar la practica del recochineo.
Estoy seguro de que cualquiera que esté leyendo esto en estos momentos, se
sentirá identificado. ¿A quién no le han dado una mala noticia y ha notado que
quién se la daba le añadía cierto regustillo burlesco personal?
Y es que normalmente, cuando alguien decide que te tiene que
contar algo, lo hace acuciado bajo la incontrolable necesidad de tener que compartirlo, para así robar un cachito de protagonismo a la propia historia. Dejadme en paz. No quiero estar enterado de las cosas, me gusta vivir en mi ignorante ignorancia.
Gracias.
Gracias.
Escrito a mano por Pollo Sin Brazos (Que todavía no ha muerto)
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